viernes, 27 de julio de 2007

MAGIA Y CHAMANISMO

La vida espiritual es extraordinariamente rica en ideas y prácticas mágicas. Reconocen una deidad suprema que la llaman cagarabí. Este dios esta muy poco elaborado y sólo aparece su relación humanizada en los cantos rituales de las cosechas. Su personificación parece de un anciano, un héroe, o la de un progenitor de las tribus. Pero es el curandero o jaibaná el que ocupa lugar importantisimo. Este chaman necesita poseer espíritu visionario para entenderse con las fuerzas que trata de dominar. Es una profesión que va de padres a hijos pero cualquiera puede lograrla si aprende esos detalles esotéricos y adquiere la capacidad de llamar a los espíritus y dialogar con ellos.
Hay dos clases: los que "cantan" y los que "soplan"; los primeros tienen un nivel mas alto ya que a través de sus canciones se ponen en contacto con los espíritus; los segundos tienen carácter de curanderos porque a su soplo deben ceder los dolores. Para su ceremonia mágicas usan figuras biomormas talladas en madera, pero los objetos que impregnaban su magia son bastones, de los cuales hay infinidad de tipo y categorías.
El niño a la edad de un año recibe del shaman una pequeña figura antropomorfa, de madera, representativa de un espíritu tutelar que lo protegerá hasta que adulto adquiera otra defensa mágica. En este lapso va aprendiendo a practicar los oficios de los hombres. La niña que vive siempre en compañía de mujeres, al llegar 13 años y acercándose a su matrimonio se ha de bañar en el ríos antes de la luz del alba o después de la caída del sol. Cortándole el pelo a la joven, con ceremonias y bebezones, ella escoge su marido si le agrada alguno entre los jóvenes presentes y queda viviendo con el en la casa de sus suegros. Así resulta que en cada casa habita una pareja hasta con tres generaciones de sus hijos casados, porque se agrupan patrilinelmente.
Cuando el adulto anhela conseguir un espíritu tutelar, debe dejarse guiar por el shaman, quien después de recetarle largos ayunos, trasnocho, ayunos, bebedizos con que entra en estados en estado alucinatorio, lo envía a un lugar retirado del bosque, donde súbitamente se le aparece el espíritu, o después de prolongados insomnios puede presentarse en su casa; luego debe tallar un figura en madera y preguntarle que clase de ofrenda requiere para ser su espíritu tutelar. Este casi siempre necesita carbón vegetal o sangre humana, la cual bebe conviertiéndose en vampiro.
Los espíritus son animales de presa, la "madre de agua" o pulvichí que posee los camarones, pescados y de toda la fauna acuática; si no les es favorable llega a voltear la canoa y ahogar a los tripulantes. Dotaumía en forma de Tatabro, o Alpa en oso, o Dosta en gran felino, son espíritus del mal, a los cuales se atribuyen enfermedades.

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